Como en un minúsculo lugar en el universo infinito, rodeada de la más bella luz que proyecta tu sonrisa, donde el alma está en silencio, en donde habita la Paz, así me siento yo.
Mi corazón que antes estaba maltrecho, ajado, roto, ahora está resplandeciente, las cicatrices están cerradas, apenas pueden apreciarse. Lo atrapaste apenas sin esfuerzo, sin querer, como fruto del destino, y ahora no hay una milésima parte de él que no lleve tu nombre.
Tu olor... indescriptible explosión de los sentidos, como las sábanas limpias al secarse en el aire fresco, como el olor a hierba recién cortada, como la vainilla en flor, como el chocolate... siempre dulce.
Tu piel, caricias para mis dedos, refugio de mis manos, calor en la noche, el agua para mi sed.
Me haces estremecer de manera arrolladora, una sacudida invade mi cuerpo hasta que poco a poco se desvanece y queda en un cosquilleo en el estómago.
Es tangible la llama que en mi avivas. ¿Notas su calor...?
